V
Lejana se oye la pifilca.
Lejana como perdida en la oscuridad.
Larga, ondulada, su melodía rompe
aquel pesado día en el agua corre oculta.
Suave se le siente como una gota refrescante.
Surge escondida como una vertiente o una rama
hallada de pronto a la orilla del camino.
Lejana, ternísima se le escucha.
Amplia resuena como galope o el silbido
de un tren que viaja en medio de la noche.
Desgrana alguien sus notas como en busca
de una corriente. Brota desde el centro
de aquel espacio como una flor o un ala.
Parece oírsele como una cristalina, húmeda gota
sobre una herida.
Parece un tibio rayo de sol bajo el invierno.
Lejana y suave, la pifilca rompe
el duro cerco en que nos movemos a esta hora.
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